DESCUBRIENDO A STRAVINSKY (I), por José Belón de Cisneros.

Igor Stravinsky es, para la música, lo que Picasso para la pintura. Es decir, que Stravinsky, como Picasso, fue la encarnación del Arte en el siglo XX. Ambos cambiaron de estilo en múltiples ocasiones. Ambos absorbieron las distintas corrientes artísticas de su tiempo para hacer con ellas algo muy personal. Sin Picasso, no se entiende la pintura del siglo pasado. Sin Stravinsky, no se entiende la música moderna.

Disfrutar de la música de Stravinsky no es tarea fácil. Requiere tiempo y esfuerzo. Pero es necesario conocerla, dada su importancia. En este post he realizado una selección de algunas de sus obras más accesibles para ponértelo fácil. Así no te costará tanto apreciar su música más compleja.

  1. Apolo y las musas. Es un ballet compuesto solo para cuerda (violines, violas, violoncelos, contrabajos), cosa rara en Stravinsky, quien apreciaba más la sección de viento (trompetas, trombones, trompas, tubas, clarinetes, oboes, fagotes, etc.). Pertenece a su etapa denominada neoclásica, porque pretendía hacer una especie de versión moderna de los estilos clásicos (Haydn, Mozart, Beethoven) y de otros que ya veremos. Te aconsejo que escuches con atención la obertura, con todos los rasgos que caracterizan al resto de la obra: contención, equilibrio, formas bellas, tendencia a la melodía, claridad armónica.
  2. El pájaro de fuego. Otro ballet, y de los más famosos. De hecho, mucha gente que no aprecia las obras, digamos, más duras de Stravinsky, suele gustarle bastante El pájaro de fuego. Su estilo tiene mucha influencia de Nicolai Rimsky-Korsakov, que fue profesor de Igor. Te recomiendo que escuches la Danza infernal del Príncipe Katschei, llena de ritmo y color orquestal y el final, muy espectacular.
  3. Sinfonía en do. Con ella, volvemos al periodo neoclásico de nuestro hombre. Mi consejo es que escuches con atención el primer movimiento de la obra, donde no faltan el humor y las referencias a los estilos clásicos de Beethoven o Mozart.
  4. El beso del hada. Otro ballet más, cosa comprensible en Stravinsky, pues la mayoría de sus mejores ideas musicales están en sus ballets. Aquí, como era costumbre en él, cogió melodías de otro compositor (en esta ocasión, de Tchaikovsky) y las transformó en una obra que rinde homenaje a la Rusia zarista, pero con un toque del siglo XX. Espero, estimado lector, que el artículo haya sido de tu agrado. Si es así, por favor, dale al “me gusta” y “compartir”. Te estaré muy agradecido. Espero seguir la semana que viene con otro post sobre Stravinsky. ¡Muchas gracias y hasta la próxima! (Foto: José Belón de Cisneros).

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